jueves, 25 de septiembre de 2008


Un televisor encendido, una copa de vino caliente, un CD rayado, un cuaderno en blanco, un jean gastado, café instantáneo, una ducha fría, el lado vacío de la cama, una lágrima anónima, fotografías viejas, un velador caliente, silencio indescifrable… vida a la deriva.
La esperanza ya no es rentable: es tiempo perdido.
La felicidad es ineficiente: inversiones siderales, riesgos impredecibles, pocas probabilidades de éxito, mucha incertidumbre, ninguna fórmula.
El amor… quizás, si resulta buen negocio.
Buscamos… risas, mates con sabor a amistad, un abrazo redentor, una palabra con aroma a luminosidad, una mirada que llene el vacío, una mano incondicional; llantos en soledad, un hombro amigo, un oído piadoso; música, cerveza en noche primaveral, diversión, hedonismo; horas de lectura, presiones, expectativas banales, stress, monotonía laboral, tedio… Imágenes de la vida posmoderna, fantasmas que nos persiguen.
La miseria abruma, el dolor se respira, el anonimato es condición, la demagogia la ley, la solidaridad limpia conciencias y lo que resta de la inocencia llora con el estómago vacío en una estación.
Cómo construir certezas, cómo encontrar sentidos, cómo hemos dejado que esto suceda…


Florencia

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